En la Rambla de Barcelona hay un joven cuyos monólogos son una mezcla de gruñidos mezclados con párrafos de El Capital. El transeúnte se detendría a escuchar su discurso si no fuera porque el muchacho asesta golpes a las papeleras que se va encontrando ...Leer todo el artículo »El Periódico de Catalunya
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